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RESEÑA HISTÓRICA

Desde su fundación en 1939, ha contribuido enormemente a promover el desarrollo de las actividades culturales a nivel nacional e internacional, a la difusión del idioma inglés como segunda lengua y a inicios del año 2000, implementando el área de educación formal de la siguiente manera:

2002 apertura del Bachillerato técnico en Administración de Empresas con Asistente Administrativo Bilingüe.

2008 apertura del Bachillerato en Ciencias y Humanidades con orientación bilingüe.

2009 apertura de la Escuela Bilingüe (preescolar y básica).

2014 apertura del anexo en la ciudad de Comayagua.

2015 apertura del Bachillerato técnico en informática con orientación bilingüe.

Las escuelas bilingües IHCI se caracterizan por implementar en todos sus procesos una cultura de calidad, con énfasis en la mejora continua; sabiendo que tenemos una responsabilidad latente, primeramente, con los padres de familia y también con el desarrollo integral de nuestro país.

Cabe mencionar que el Instituto y Escuela IHCI, en todas sus sedes, es la única escuela privada que forma parte de las escuelas asociadas a la Red PEA de la UNESCO, manteniendo sus pilares de educación, arte, cultura y valores.

 

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UNA EXITOSA GESTIÓN CULTURAL

La vasta gestión cultural del IHCI inició en el año de 1963 con la celebración del I Salón Anual de Pintura, certamen en el que resultó ganador Arturo López Rodezno, personaje que destacó en el mundo diplomático y de la plástica con obras de trascendental importancia a nivel de país y allende de nuestras fronteras. Es así, bajo el patrocinio institucional de este centro de enseñanza del idioma inglés, que artistas como Juan Ramón Laínez, Ezequiel Padilla Ayestas, Mario Castillo, Gregorio Sabillón, Gelasio Giménez, Virgilio Guardiola, Luis H. Padilla, Alejo Lara, Aníbal Cruz, Carlos Garay, entre otros, inician una etapa excepcional en la historia de la plástica contemporánea. Es el éxito de este modelo de gestión cultural un catalizador para abrir un espacio expositivo en la Calle Real de Comayagüela, lugar donde convergen -hasta 1998- propuestas experimentales e ideológicas con una simbología atrayente a un público ávido de conocimiento más allá de lo tradicional. La mancuerna conformada por la Galería de Arte Marianita Zepeda y la Biblioteca James G. Blaine, fue un factor atractivo para la comunidad intelectual que identificó estos espacios en la ciudad gemela de Tegucigalpa para el necesario fortalecimiento de un tejido social a la otra orilla del río. En el año de 1987, el IHCI planteó a la comunidad artística la necesidad de llevar a cabo un concurso con el objetivo de cimentar las bases, en ese entonces, de una incipiente tradición escultórica. Es el artista Obed Valladares el ganador del Primer Premio de ese naciente certamen que, hasta nuestros días, continúa ininterrumpidamente dando un espacio a la manifestación de la técnica tridimensional. Los concursos de cerámica y escultura permiten descollar, además de Valladares, a Julio Navarro, Pastor Sabillón, Jesús Zelaya, Blas Aguilar, Marcia Ney, entre otros.

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Referente de la pintura y de la escultura

El IHCI se convirtió en el exponente referencial de las disciplinas de la pintura y de la escultura, siendo una de las fuentes primigenias para historiadores del arte, galeristas, gestores culturales y para todos aquellos interesados en el quehacer plástico del país. Esta vinculación con los artistas -que cimentó Marianita Zepeda- fue la semilla para el coleccionismo del IHCI, obras que forman parte del patrimonio institucional por su historia, trascendencia y calidad ejecutoria. La permanente canalización de inquietudes plásticas, permitió a esta organización posicionarse como la decana de los salones de arte, bienales y exposiciones itinerantes a nivel nacional e internacional. El uso de los medios expresivos se convirtió en ese lenguaje fluido que conectó al IHCI con la comunidad, con los artistas –mayormente egresados de la Escuela Nacional de Bellas Artes-, los medios de comunicación, representaciones diplomáticas, coleccionistas y tantos otros que cultivan su espíritu con esa propuesta desafiante a los tiempos. Consagrar los esfuerzos institucionales a la celebración de dos bienales, permitió generar una necesidad en el público que acude expectante año con año a conocer el nombre del artista que deja atrás los pininos y se aventura en proyectos más trascendentales, sólidos, capaces de descifrar los nuevos códigos de la creación visual. Es así como Armando Lara, Bayardo Blandino, Santos Arzú Quioto, Ángel Reyes, Luis Ernesto Sánchez y Luis Arturo Alvarado logran destacar en los concursos de pintura de la década de los 90, convirtiéndose en una generación de talentos que trascendió más allá del territorio hondureño. Cabe destacar que dentro de este mismo lapso de tiempo, Obed Valladares, Jesús Zelaya, Blas Aguilar, Alex Galo, Adán Vallecillo, Fausto Tábora, Pastor Sabillón y Víctor López son los nombres que se alternan el dominio en la categoría de la escultura. Es tal el crecimiento de las bienales del IHCI, que se incorpora la figura de tres jurados extranjeros para llevar a cabo la selección de obras, intercambiar experiencias por medio de conversatorios, impartir talleres y estimular a las nuevas generaciones de artistas a investigar, con la finalidad de realizar obras más sólidas. Con la llegada del siglo XXI, nuevos talentos como Pilar Leciñena, artista de origen español, Leonardo González, Jorge Humberto Oliveros, Víctor Hugo Cruz, Adonay Navarro, Rubén Salgado, Marcio Arteaga, Orlando Roque y Óscar Hernández colocan sus nombres en la historia de este centro cultural.